Hoy quiero invitaros dedicar 5 minutos a leer (y posteriormente reflexionar) el cuento del elefante encadenado, de Jorge Bucay, dice asi….

elefanteaCuando yo era chico me encantaban los circos, y lo que más me gustaba eran los animales. Me llamaba poderosamente la atención, el elefante. Después de su actuación, el elefante quedaba sujeto solamente por una cadena que aprisionaba una de sus patas a una pequeña estaca clavada en el suelo. Sin embargo la estaca era un minúsculo pedazo de madera, apenas enterrado unos centímetros en la tierra. Y aunque la cadena era gruesa y poderosa, me parecía obvio que ese animal, capaz de arrancar un árbol de cuajo con su propia fuerza, podría con facilidad arrancar la estaca y huir. ¿Qué lo sujeta entonces? ¿Por qué no huye?. Cuando era chico, pregunte a los grandes. Algunos de ellos me dijeron que el elefante no escapaba porque estaba amaestrado. Hice entonces, la pregunta obvia… – Si está amaestrado, ¿por qué lo encadenan? No recuerdo haber recibido ninguna respuesta coherente. Con el tiempo, me olvidé del misterio del elefante y la estaca. Hace algunos años descubrí que alguien había sido lo suficientemente sabio como para encontrar la respuesta: «El elefante del circo no escapa porque ha estado atado a una estaca parecida desde que era muy, muy pequeño.» Cerré los ojos e imaginé al indefenso elefante recién nacido sujeto a la estaca. Estoy seguro de que, en aquel momento el elefantito empujó, tiró y sudó tratando de soltarse. Y a pesar de todo su esfuerzo, no pudo. La estaca era ciertamente muy fuerte para él. Imaginé que se dormía agotado y al día siguiente lo volvía a intentar, y al otro día y al otro… Hasta que un día, un terrible día para su historia, el animal aceptó su impotencia y se resignó a su destino. Este elefante enorme y poderoso que vemos en el circo no escapa porque ¡CREE QUE NO PUEDE! Tiene grabado el recuerdo de la impotencia que sintió poco después de nacer. Y lo peor es que jamás se ha vuelto a cuestionar seriamente ese recuerdo. Jamás, jamás intentó volver a poner a prueba su fuerza.

Una vez leído el cuento quiero invitaros a tomaros dos minutos para reflexionar e intentar pensar… ¿Cuáles son tus estacas? ¿Son tan grandes como crees?

Todos podemos tener estacas mentales, creencias que nos impiden hacer algo que deseamos, que nos bloquean y nos impiden avanzar hacia una meta. Esas estacas pueden tener forma de dificultades de comunicación (con nuestro jefe, subordinados, compañeros…), problemas de relaciones personales, de carácter… al asumirlas (“es que yo soy así…”, “es mi carácter…”) nos comportamos igual que el elefante del cuento.

Pero no tiene por qué ser así, hay que librarse de esas estacas, de esas creencias limitantes que hemos asimilado como propias, tenemos que liberarnos de ellas, para avanzar, hacia las metas que nos hayamos trazado.

No siempre es fácil conseguirlo, pero es posible, si no puedes busca ayuda, el coaching te puede ayudar, tu coach te acompañará en el proceso te asesorará y buscará contigo la forma de liberarte.